Para quien no los conozca, (como yo hasta hace 3 días), los carquiñoles son un dulce tradicional de Cataluña. Se trata de unas pastas o galletas crujientes que se tuestan al horno elaboradas con huevo, azúcar, harina y almendras, y que se suelen aromatizar con canela, vainilla, anís, limón o naranja. Este receta es una variación de la original y queda muy, muy rica. Una cosa genial que tienen, además de que su elaboración es sencillísima, es que se conservan estupendamente durante muchos días, y eso en la repostería casera no es lo habitual. Pues vamos  a ello.

Ingredientes:

  • 150 g harina repostería
  • 85 g azúcar moreno
  • 1 huevo grande
  • 1/2 cdta. levadura química
  • 50 g frutos rojos deshidratados
  • 40 g avellanas tostadas
  • 10 g nueces tostadas

Precalentamos el horno a 180º. Batimos el azúcar con el huevo hasta que  coja volumen. Tamizamos la harina y la levadura encima y mezclamos. Incorporamos los frutos rojos y los frutos secos y volvemos a mezclar con cuidado distribuyéndolos bien.

Sobre la bandeja del horno colocamos una hoja de papel parafinado y la engrasamos. Con las manos enharinadas para que no se nos pegue demasiado vamos a formar una especie de barra de unos 28 cm de largo que vamos a colocar sobre ella. Terminamos de darle forma ya sobre el papel, la aplanamos un poco por arriba y la horneamos entre 20 y 25 minutos hasta que se dore ligeramente.

Dejamos que se enfríe 2-3 minutos y la cortamos en rebanadas de 1,5 cm aproximadamente. Las colocamos de nuevo en la bandeja sobre el papel y las volvemos a hornear ya cortadas durante unos 10 minutos, hasta que estén doradas. Disponemos los carquiñoles en una rejilla y dejamos enfriar del todo antes de guardarlos.

En un recipiente hermético se conservan bien hasta 2 semanas sin problemas. Con una buena taza de té… ¡buenísimos!