Sigo haciendo pan, aunque no siempre publique lo que hago. A veces se me olvida hacer la foto y nos lo comemos, otras veces lo regalo antes de que me de tiempo a inmortalizarlo y otras lo que sale no merece la pena ser retratado, que todo hay que decirlo. Pero yo sigo haciendo pan… Se ha convertido ya en parte de mi rutina doméstica: hago de comer, voy a la compra, limpio la casa, pongo lavadoras, hago pan… y es que la satisfacción de hacer y comer tu propio pan es algo que sólo se puede entender si lo experimentas, así que ¿a qué estás esperando?

Estos panecillos de leche son una delicia, muy tiernos, blanditos, esponjosos, con mucha miga, corteza tierna, suaves, ligeramente dulces… riquísimos. Me recuerdan mucho a las medias noches, pero más esponjosos y menos dulces. La receta es del libro de Xabier Barriga “PAN”, que tiene unas recetas fantásticas. La masa está enriquecida con mantequilla, huevo, leche, azúcar y miel. El olor que desprende cuando la estás trabajando es ya una maravilla así que imaginaros cuando se están horneando, ¡para qué quiero yo ambientadores teniendo harina y un horno!

Ingredientes:

  • 500 g harina panadera, (de media fuerza)
  • 12 g sal
  • 40 g azúcar
  • 25 g leche en polvo
  • 20 g miel
  • 1 huevo
  • 250 g leche
  • 50 g mantequilla
  • 25 g levadura fresca de panadería
  • 1 huevo para pintarlos

Cortamos la mantequilla en trocitos y la dejamos fuera de la nevera como media hora para que se ablande. En un bol grande mezclamos todos los ingredientes secos menos la levadura, (harina, sal, leche en polvo y azúcar) y hacemos un volcán. En el centro añadimos el huevo, la miel, la mantequilla y la levadura disuelta en un poquito de leche tibia. Vamos mezclando y removiendo  a la vez que añadimos la leche poco a poco hasta que la harina la absorba toda. Si vemos que la masa ya está suficientemente húmeda podemos descartar algo de leche, yo lo hice.

Amasamos durante unos 10 minutos, estirando la masa y doblándola sobre sí misma para atrapar aire dentro. Como es un masa húmeda nos vendrá muy bien el amasado francés. Cada 2-3 minutos de amasado es bueno dejar descansar a la masa tapada, cuando volváis a ella no os costará tanto trabajarla, poco a poco irá cogiendo cuerpo y se volverá más maleable. Una vez que la tenemos elástica, firme y homogénea la dividimos en porciones de unos 80 gramos y las dejamos reposar 30 minutos tapadas con un paño húmedo.

Ahora boleamos cada porción de masa y hacemos unas barritas, bollitos redondos o la forma que más os guste. Las pasamos a una bandeja con papel de hornear espolvoreado de harina o semolina, pintamos con huevo batido mezclado con un poquito de sal y les hacemos unos cortes profundos para que se abran bien. Las dejamos fermentar tapadas con papel film aceitado en un lugar a ser posible calentito unos 90 minutos, hasta que doblen su volumen.

Precalentamos el horno a 250º y antes de meter los panecillos los volvemos a pintar con el huevo. Los horneamos durante unos 12-15 minutos y ya están listos para disfrutar. Ricos ricos tanto con dulce como con salado.