Bufff… menudos días de calor y terral hemos pasado en Málaga. Para quien no tenga el placer de conocer ese regalo de la naturaleza que es el terral malagueño os contaré que se trata de un viento de interior muy, muy, pero que muy caliente y seco y que es el responsable de que Málaga alcance las temperaturas más altas de toda la península cuando hace su aparición. También es el culpable de que durante los días que sopla Málaga parezca una ciudad post-apocalipsis zombi: ni un alma en la calle y todas las casas cerradas a cal y canto, no vaya a ser que por la rendija más inesperada se nos cuele el temido enemigo. Bueno… miento… en la calle quedan algunos incautos y valientes turistas, a los que el apocalipsis pilló por sorpresa y sin armas para defenderse, (les ha tocado ser los zombis, qué le vamos a hacer…). Les reconoceréis por su andar errático, arrastrando los pies consumidos por el calor, su extrema palidez y su rostro deshidratado y con la mirada perdida. Algunos hasta van con la lengua fuera.

Y hablando de armas para defenderse qué mejor que las sopas frías veraniegas contra el calor. He probado muchas pero me sigo quedando con las de toda la vida: el gazpacho, por supuesto, y la receta de hoy, su primo pijo el ajoblanco. Esta crema o sopa es una delicia, un sabor para paladear y disfrutar con cada cucharada, y si con trocitos de melón, mango o pasas está buenísimo, con uvas moscatel es ya para morirse. Si no lo habéis probado todavía no dudéis en hacerlo, os va a encantar.

Las cantidades son aproximadas porque con el ajoblanco pasa como con el gazpacho, a cada cual le gusta de una manera: más líquido o más espeso, más fuerte de ajo y de vinagre o menos… Podéis ir ajustando las proporciones de los ingredientes hasta dar con la receta de “vuestro” ajoblanco.

Ingredientes:

  • 100 g almendras
  • 100 g miga de pan
  • 2 ajos
  • 100 ml aceite de oliva
  • 35 ml vinagre
  • 1 l agua fría
  • sal

De acompañamiento: pasas, manzana, mango, melón, uvas…

Primero escaldamos las almendras en agua hirviendo para poder pelarlas bien. Las pelamos y las reservamos mojadas en leche 20 minutos, (este truco lo vi en algún lado y desde entonces lo hago, parece que se trituran mejor). En el vaso de la batidora ponemos las almendras, los ajos, el pan, la sal y un vaso de agua. Trituramos bien y vamos incorporando el aceite, el vinagre y el resto del agua hasta conseguir la textura que queremos, que todo quede bien integrado  y fino. Hay gente que en este momento prefiere pasarlo por el chino para dejarlo más suave, pero a mí me parece una pena perder toda esa almendra. Las “mijitas” de almendra no sólo no me molestan, sino que me encantan. Refrescante y delicioso, perfecto para el verano.