Pues a mí me encanta la fiesta de Halloween, aunque hay bastante gente que mantiene una cruzada en contra tanto de calabazas como de abuelos barrigones de barba blanca vestidos de rojo que circulan en trineos tirados por renos voladores. Vale, no es una fiesta tradicional española, no es “nuestra”, pero si mola…¿acaso importa? Cualquier excusa para pasarlo bien me vale y hay que reconocer que Halloween te lo pone fácil para divertirte. Nos han vendido desde el otro lado del charco cosas muchos peores, como la comida basura, los centros comerciales o los reality shows, y no veo a nadie rasgándose las vestiduras por haber acogido con alegría este tipo de engendros que en mi opinión sí dañan seriamente nuestra salud física y mental.

Yo soy más de fiestas paganas que religiosas, pero incluso en el caso de ser una persona religiosa, seamos sinceras: nuestro Día de Todos los Santos y Día de Difuntos no tienen nada que hacer frente a Halloween, un verdadero chollo para los críos. Sólo hay que ponerse en situación. A ver, eres una niña de digamos 11 años a la que se le presenta una dura alternativa: por un lado puedes ir al cementerio con tus padres a limpiar lápidas y poner flores. Es verdad que también vas a merendar de lujo: huesos de santo, buñuelos, castañas asadas, panellets… Pero al otro lado del ring puedes disfrazarte de zombi, asustar y chantajear a tus vecinos para que te den chucherías, hacer travesuras impunemente en compañía de tus amigos a quien se atreva a negarse y ponerte ciega de azúcar sin que te cueste un duro. Ummmm… difícil decisión, ¿no? Si encima tienes de tu parte al país que más y mejor sabe vender del mundo y te acribillan por todos lados con publicidad, series y películas en las que te muestran los divertidísimo que es Halloween… pues  lo dicho, que la batalla está perdida antes de empezar. Yo de todas formas no pensaba resistirme, así que… ¿celebramos Halloween?
Pesadilla Antes De Navidad – Edición Coleccionista [Blu-ray]

Este pan con la omnipresente calabaza como ingrediente principal es mi homenaje a la noche de Halloween, genial para acompañar una cena temática. Es un pan delicioso, tierno, aromático y ligeramente dulce.

Cartel de la película Pesadilla antes de NavidadY para terminar quiero recomendaros si todavía no la habéis visto una de mis películas y bandas sonoras favoritas, la mejor película sobre Halloween que se haya hecho nunca: “Pesadilla antes de Navidad”. Un cuento gótico realizado con la técnica de “stop motion”, (fotograma a fotograma), una fantasía visual producida por Tim Burton, una auténtica delicia con unos personajes, una historia, una atmósfera y unas canciones que no olvidarás nunca.

“…This is Halloween, this is Halloween, pumpkins scream in the dead of night. This is Halloween, everybody make a scene, trick or treat till the neighbors gonna die of fright…”

O lo que es, más o menos en español:

“… Esto es Halloween, esto es Halloween, calabazas que gritan en la oscuridad de la noche. Esto es Halloween, todo el mundo juega su papel, truco o trato hasta que los vecinos se mueran de miedo…”

 ¡Feliz Halloween! Digo… ¡terrorífico Halloween!

Ingredientes:

Para la biga:Pan de Halloween de calabaza

  • 150 g harina fuerza
  • 90 g agua
  • 1,5 g levadura fresca

Para la masa final:

  • biga
  • 100 g harina fuerza
  • 170 g harina trigo integral
  • 30 g harina centeno integral
  • 1 cda. harina malta, (opcional)
  • 90 g agua
  • 150 g calabaza cocida
  • 15 g miel
  • 20 g mantequilla
  • 10 g sal
  • 8 g levadura fresca
  • 1/2 cdta. mezcla de especias, (canela, cardamomo, clavo, nuez moscada, jengibre y pimienta)

La tarde antes preparamos la biga en un bol mezclando todos los ingredientes con las manos pero sin amasar, sólo queremos que queden bien integrados y que no quede harina seca. La levadura podemos diluirla en un poquito de agua antes de incorporarla para que se mezcle mejor. Hacemos una pelota con la biga y la ponemos en un bol tapado con film. Lo guardamos en la nevera hasta el día siguiente, lo suyo es que fermente entre 16 y 18 horas a baja temperatura.

  1. Mezclar ingredientes. En un bol grande ponemos la biga, las harinas, la calabaza, las especias y la levadura disuelta en un poquito de agua tibia. Se mezcla bien y se le añade la mantequilla en pomada y la miel. Se va añadiendo el agua poco a poco, mezclándolo todo bien con las manos. La calabaza absorbe mucha agua al cocerse así que si veis que la masa ya está suficientemente hidratada y os sobra agua, descartadla sin problema.
  2. Sal y amasado. Añadimos la sal, mezclamos bien y volcamos sobre una superficie ligeramente aceitada. Ahora toca amasar. Esta masa es bastante pegajosa pero no desesperéis, un poco de aceite en las manos ayuda. Dadle descansos de unos 3 minutos a la masa cada 2 de amasado y veréis como va mejorando bajo vuestras manos. Con unos 8 minutos de amasado es suficiente. Al final la masa debe quedar homogénea y elástica.
  3. Primer levado. Se unta ligeramente con aceite un bol y se coloca la masa hecha una bola. Se tapa con papel film y a esperar como una hora, aunque el tiempo siempre va a depender de la temperatura que haga. La masa tardará más en subir en invierno y menos en verano. Vigiladla para ver cuándo está, debe doblar su volumen aproximadamente.
  4. Desgasificar y formar. La sacamos delicadamente del bol y la desgasificamos, es decir, la desinflamos un poco presionándola con suavidad y la amasamos de nuevo ligeramente. Engrasamos con aceite los moldes de pan, (con estas cantidades da para dos de tamaño medio) y los espolvoreamos de harina con la ayuda de un colador pequeño para que luego se despeguen bien. Dividimos la masa para las hogazas que vamos a hacer, (dos en mi caso) y formamos una especie de barra con el largo del molde. Las metemos dentro de sus moldes con la parte fea hacia abajo.
  5. Segundo levado. Tapamos con film aceitado los moldes y dejamos fermentar otros 45-60 minutos en el lugar más calentito de la casa.
  6. Hornear. Precalentamos el horno a 250º. Cuando esté bien caliente introducimos los moldes. A la media hora se baja la temperatura a 215º. A mí me tardaron unos 50 minutos. Dejamos que pierdan temperatura unos minutos, desmoldamos y dejamos enfriar del todo sobre una rejilla. ¡A disfrutar!