Algunos de los platos más deliciosos de la cocina popular son el resultado de lo que ahora llaman los finolis “cocina de aprovechamiento”, lo que para las madres ha sido toda la vida la creatividad para hacer con los restos de una comida anterior algo nuevo y que en tu casa no se quejen de que les llevas poniendo cinco días seguidos el cocido del domingo. ¿Qué me decís de su majestad la croqueta, por ejemplo? Creo que no existe una forma mejor de recuperar la carne sobrante de un puchero o cocido, salvo tal vez el plato que os traigo hoy, con un nombre un poco raro pero un sabor que te mueres de bueno.

He visto muchas recetas de ropa vieja, se ve que es un plato que en cada zona se prepara de un modo algo diferente, pero todos tienen en común que se elabora aprovechando las sobras del cocido o del puchero. A mí me gusta tanto que como no quiero arriesgarme a que al final nos lo comamos todo y no haya restos, siempre aparto carne y garbanzos y los congelo para hacer un día ropa vieja. Desconocía el plato hasta que me habló de él mi amiga Pepa, y desde entonces no falta en nuestra mesa, así que ésta es la versión gaditana de la ropa vieja. Os va a encantar seguro, y queda un plato la mar de completo.

Ingredientes:

  • Carne sobrante Ropa vieja
  • Garbanzos sobrantes
  • 1 patata pequeña por persona
  • 1 huevo por persona
  • 1 diente de ajo por persona, (a vuestro gusto
  • 1/2 vaso vino blanco
  • 1 hoja de laurel
  • aceite
  • sal

Pelamos y cortamos las patatas a dados y las freímos en aceite bien caliente hasta que estén doradas. Las sacamos y las dejamos reservadas sobre papel de cocina para que pierdan el exceso de aceite.

Picamos la carne. En una sartén doramos los ajos laminados, añadimos la carne y la hoja de laurel bien lavada y lo mareamos todo un par de minutos a fuego medio. Incorporamos los garbanzos y las patatas, mezclamos y vertemos el vino blanco, dándole vueltas hasta que evapore el alcohol. En un bol batimos los huevos, los salamos si es necesario y los añadimos a la mezcla. Revolvemos hasta que empiecen a cuajar y servimos rápidamente. Dicen los entendidos que el secreto de un buen revuelto es no pasarse de tiempo, que debe terminar de cuajar en el plato y no en la sartén. A mí me gustan así, pero como siempre, sobre gustos no hay nada escrito… ¡A disfrutar!