“El que no cree en la magia es que nunca ha hecho pan”. Leí en algún sitio esta frase y me encantó, creo que explica en parte por qué a algunas personas nos apasiona esto de hacer pan. Llevo ya unos cuantos añitos pero todavía me maravilla el proceso y el resultado: mezclar ingredientes, trabajar masas imposibles a las que poco a poco vas domando, comprobar cómo aumenta de volumen, modelar tus panes y notar en tus manos cómo ha cambiado la consistencia de la masa y por último, confiar en que el horno termine de hacer el milagro, con la nariz pegada a la ventana para no perderse detalle. Y luego llega el gran momento de la cata, cuando todavía con el pan un poco caliente, (yo nunca puedo esperar a que se enfríe del todo…), lo abres y contemplas tu obra: ¿es húmedo o seco?, ¿tiene la corteza dura o blanda, gruesa o fina?, ¿cómo es la miga?, ¿tiene muchos alveolos?, ¿son pequeños y apretados o grandes y dispersos?, ¿qué aroma tiene?… ¡Y todo esto antes de meterte el primer trozo en la boca! En fin… que me encanta hacer pan, por si no había quedado claro, y si a alguien le pica el gusanillo que no lo dude, de verdad que es algo que merece la pena.

Ingredientes:

  • 425 g harina panadera
  • 225 g agua
  • 7 g levadura
  • 7 g sal
  • 150 g queso crema de untar
  • 30 g pimientos secos
  1. Mezclar ingredientes y autolisis. Mezclamos la harina con el queso y vamos añadiendo el agua poco a poco, uniendo todo bien hasta que no quede harina seca. Va a quedar una masa muy pegajosa, no pasa nada. Tapamos con papel film y dejamos reposar unos 20 minutos, para que la harina absorba bien todo el agua.
  2. Sal, amasado, levadura e ingredientes extra. Añadimos la sal, mezclamos bien, sacamos del bol y comenzamos el amasado. Al comienzo la masa es un horror, muy húmeda y pegajosa, pero no desesperéis que con paciencia vais a poder con ella. En principio con unos 8-10 minutos de amasado debe ser suficiente. Es bueno hacer pequeños descansos de unos 5 minutos cada 2-3 minutos. Cuando volváis a la masa veréis que va cogiendo consistencia. Casi al final del amasado se incorpora le levadura disuelta en un poquito de agua tibia y se sigue amasando. Los ingredientes extra, como los pimientos secos en este caso, se deben añadir también al final del amasado para que no rasguen el gluten. Trocearlos no demasiado pequeños, para que no se pierdan en el pan y se noten. Al final la masa debe quedar elástica y homogénea.
  3. Primer levado. Se bolea la masa y se coloca en un bol aceitado tapado de nuevo con film. Se deja reposar como 1 hora, pero esto va a depender de la temperatura que tengáis en casa, tardará menos en verano y más en invierno. Debe doblar su volumen más o menos.
  4. Desgasificar, cortar y bolear la masa. Una vez que la masa ha fermentado lo suficiente la sacamos delicadamente del bol y la desgasificamos, es decir, la desinflamos presionándola con suavidad. La cortamos para hacer los bollitos, (los míos fueron de unos 85 g y con esta cantidad me salieron 11), boleamos para tensar el gluten y dejamos reposar antes de formar entre 5 y 15 minutos. Este paso se me suele olvidar la mitad de las veces, la verdad…
  5. Formar. Esta vez hice dos formas diferentes, bollitos redondos normales y otros con forma de espiral, haciendo un rulo que luego enrollé sobre sí mismo.  Colocamos nuestros panecillos sobre papel de hornear espolvoreado de harina o semolina.
  6. Segundo levado. Se cubren nuestros bollitos con papel film aceitado y se dejan fermentar otros 45 minutos.
  7. Hornear. Y por fin el último paso. Precalentamos el horno a 250º.  Para crear vapor se pueden hacer varias cosas, ir probando para ver cuál os va mejor: un recipiente con agua en la bandeja de abajo, un recipiente con paños mojados, pulverizar con agua las paredes del horno antes de introducir la bandeja,  meter un par de hielos…  Como las piezas son pequeñas en unos 25 minutos suelen estar listos, pero como siempre digo, cada horno es un mundo, así que no queda otra que vigilar . Sacar, dejar enfriar sobre una rejilla si no os puede la impaciencia como a mí  y a disfrutar de la cata.

Son unos panecillos muy ricos, con un sabor a pimiento importante, (y eso que no quise echarle demasiado…), así que si no os gustan mucho mejor que rebajéis la cantidad. Están buenísimos con sabores fuertes y salados tipo queso, salmón o chacina. Son tiernos y con mucha miga, casi parecen de hamburguesa. Mmmm… con hamburguesas tienen que estar también muy bien, habrá que probarlos…