Y como lo prometido es deuda, después del primer post sobre nuestras vacaciones, aquí tenéis la segunda entrega de nuestras andanzas viajando por Europa en InterRail. Seguimos con las normas que debéis seguir para mantener en todo momento “el espíritu del InterRail”. Pues vamos allá:

3.  Prohibido dormir en hoteles buenos –> Y estoy siendo generosa… Para el verdadero espíritu InterRail sólo valdrían bancos en estaciones de tren, playas y habitaciones en casa de personas desconocidas, pero en consideración a la edad en la que se nos ocurre meternos en semejantes berenjenales, vamos a aceptar también hoteles de menos de dos estrellas con recepcionistas inquietantes que recuerdan peligrosamente al Dr. Walter Bishop, con escaleras que crujen al subir, olor a humedad, paredes de papel pintado que se despega a grandes trozos igualito que en Barton Fink, extraños olores que te intoxican durante la noche y a la mañana siguiente te levantas como recién salida de un tratamiento de botox pasado de vueltas, y mosquitos… enormes mosquitos trompeteros que no te dejan dormir en toda la noche y que te provocan ronchas del tamaño de una pizza que te pican durante un mes.

Tortas de aceiteLa otra opción de alojamiento permitido son los albergues juveniles, imprescindibles en un viaje de InterRail que se precie ya que te dan la oportunidad de vivir la maravillosa experiencia de compartir nocturnidad con un grupo de desconocidos. Si te gustan los juegos de azar, ésta es la tuya. ¿Qué deparará la Fortuna esta noche? Puedes tener suerte y que tus compañeros de habitación estén ya durmiendo a las 9 de la noche, pero es bastante más probable que lleguen borrachos y pegando gritos a las 5 de la mañana y que el resto de la noche se la pasen pegando carreras al baño compartido que hay en el pasillo…

Tortas de aceite

4.  Nada de comer en restaurantes de nivel –> Pensaríais que teniendo un blog gastronómico aprovecharía para ir a buenos restaurantes a degustar las especialidades de la región. Pues no. Imposible. No entra dentro del espíritu y además… es que no pega. Os recuerdo que debido al punto nº1 del manual no lleváis maletas, sino mochila. El vestido de noche y los tacones los habéis dejado en casa, y a cambio tenéis la mochila llena de camisetas enrolladas como una salchicha para que ocupen menos espacio y pantalones de bolsillos con grandes lamparones del último café que intentaste beberte con el tren en marcha. Acabas de bajar después de un viaje de 5 horas, con el pelo pegado y la cara hinchada de la siesta que te has pegado, y tienes que buscar rápidamente un lugar donde cenar porque son casi las 6 de la tarde y dentro de un rato no encontrarás ningún sitio donde te den de comer, ¡esto no es España!. Así que ¿a dónde vas a ir con semejantes pintas?, ¿al Ritz?

Tortas de aceitePara este punto en concreto mi marío y yo hemos desarrollado un sexto sentido increíble, una especie de radar que nos dirige al sitio más cutre a 20 kilómetros a la redonda estemos donde estemos… es alucinante. Muchas veces ni siquiera recordamos cómo hemos ido a parar a semejante tugurio, es como si estuviéramos en trance. Y tiene su mérito, no creáis. En un sitio como Interlaken, en Suiza, de los más pijos que he visitado en mi vida, con calles llenas de tiendas de Rolex y ropa de marca, encontrar un sitio donde te sirvan una salchicha fría con patatas aceitosas en platos de plástico y encima te cobren un ojo de la cara no es nada sencillo. Pues para nosotros, como diría Adidas, impossible is nothing.

Y hasta aquí los consejos para viajar de una forma auténticamente InterRail. Nosotros disfrutamos muchísimo este viaje, ahora os dejo a vosotros dilucidar si fue siguiendo nuestros propios consejos o no… 😉

La receta de hoy es un dulce típico de mi tierra, de Málaga, sobre todo de los pueblos de la Axarquía. Las tortas de aceite siempre me han encantado y cuando las vi en el blog de Eli Olor a Jazmín no pude dejar de hacerlas. Si no conocéis su blog ya estáis tardando, es una maravilla con un montón de cosas deliciosas, tanto dulces como saladas. Las únicas variaciones que he hecho con respecto a la receta de Eli es que he puesto mitad azúcar moreno y mitad blanca, para que quedaran más morenitas y crujientes, y que he usado matalahúga entera en vez de molida y la he tostado un poco en aceite para que soltara aroma. La receta es para un kilo de masa de pan pero salen una barbaridad de tortas, si sois pocos en casa con la mitad de la receta vale.

Ingredientes: Tortas de aceite

  • 1 kg masa de pan
  • 250 ml aceite de oliva virgen extra
  • 85 g azúcar blanca
  • 90 g azúcar moreno
  • 1 cda. bicarbonato
  • 2 cdas. canela molida
  • 2 cdas. matalahúga/anís verde

Si no tenéis ganas de complicaros la masa de pan la podéis comprar ya hecha en cualquier panadería que tenga obrador propio, (yo lo hice esta vez, no se lo digáis a nadie…) Si tenéis ganas de meter las manos en la masa, en el post de cómo hacer pan básico tenéis la receta para hacer una masa de pan fácil fácil. Estaría para utilizarla después del primer levado. Con esa receta salen unos 800 g de masa, si queréis más cantidad aumentad las proporciones y listo.

La preparación es facilísima, la única complicación que tiene es que como ya sabéis el aceite es muy suyo y le cuesta integrarse, os costará bastante que se mezcle bien con la masa de pan y el resto de los ingredientes, pero es cuestión de paciencia. Si tenéis una amasadora o panificadora es el momento de utilizarla, os facilitará mucho la tarea.

Precalentamos el horno a 170º. Calentamos el aceite sin que llegue a hervir y le añadimos la matalahúga. Dejamos que se tueste medio minuto, retiramos del fuego y dejamos enfriar.

Incorporamos a la masa de pan el aceite con la matalahúga y amasamos bien. Agregamos los dos tipos de azúcar, el bicarbonato y la canela y volvemos a mezclar bien, hasta que todos los ingredientes queden bien integrados y repartidos.

Tortas de aceiteForramos una bandeja de horno con papel vegetal y vamos colocando porciones de masa con una cuchara dejando algo de espacio entre una y otra para que se puedan expandir en el horno.  Espolvoreamos por encima de cada torta como media cucharilla de azúcar y las introducimos en el horno unos 15 minutos, hasta que veamos que están firmes y doradas. Ya sólo queda dejarlas enfriar sobre una rejilla. A quien haya disfrutado de meriendas de Tortas Ramos cuando era niño/a, el sabor le va a transportar inmediatamente a su infancia, ya veréis. ¡Que las disfrutéis!